«He entrevisto
algunas escenas; pero confieso que no sé más que a través de relatos todo
aquello que las hace interesantes para mí.»
«Pero si se
tiene el talento para entreverar esa especie de atestados (...), del paso de la
civilización de los egipcios a los etruscos y de los etruscos a los romanos,»
«En general, en
la sociedad italiana, incluso la más inteligente, hay que comportarse como en
la corte, y no reprobar jamás nada de lo italiano.»
«No hacen falta
razonamientos para encontrarlo hermoso. Da placer a la vista. Sin ese placer en
cierto modo instintivo o al menos no razonado del primer momento, no hay
pintura ni música. Sin embargo (...) llegaba al placer, en las artes, a fuerza
de razonamientos. El Norte juzga según sus sentimientos previos, el Mediodía
según lo que da efectivamente placer a sus sentidos.»
«Estas
montañas, vista de esa manera por sobre una llanura fértil, son de una belleza
impresionante, pero tranquilizadora como la arquitectura griega. Las
montañas de Suiza, por el contrario, me recuerdan siempre la debilidad del
hombre y al pobre diablo viajero arrastrado por un alud. Estos sentimientos son
seguramente personales.»
«¡Cuánta gente
interesada en decir cosas horribles de un hombre genial que se burla de todas
las preeminencias sociales! Puede decirse que, en este siglo de alabanzas mendigadas,
de compadreo y de periodismo, la envidia es la única señal cierta de un
gran mérito.»
«(Se llega a la
pequeñez, en las artes, por la abundancia de detalles y el cuidado que
se pone en ellos.) »
«Las músicas de
nuestros regimientos son a ésta lo que el grosero calzado de una pescatera al
bonito zapato de satén blanco que veréis esta noche.»
«Miguel Ángel
conoció a los griegos como el Dante a Virgilio. Admiraron como debían, pero no
copiaron; por eso se habla de ellos al cabo de siglos. Quedarán como el poeta y
el escultor de la religión católica, apostólica y romana.»
«Es verdad que
yo era el único lector de su biblioteca.»
«El sonido de
las campanas es en efecto una parte de la música.»
«Escribir
un viaje pintando los objetos por la sensación que causaron en un corazón, es
bastante peligroso. Si se alaba con frecuencia, se está seguro del odio de
todos los corazones distintos del vuestro. ¡Cuántas bromas no harán contra este
diario las gentes de dinero y de condecoraciones! Pero tampoco es
para ellos para quien escribo. Yo no me sometería a cien veladas aburridas para
conseguir una de esas condecoraciones que a ellos les cuestan mil.»
Roma, Nápoles y Florencia. Stendhal.
– Editorial Pre-textos
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