«Mi debilidad va
más lejos: veo en las iglesias muy antiguas copias de los templos paganos. Los
cristianos, triunfantes tras tantos años de persecución, demolían con rabia un
templo de Júpiter, pero construían al lado una iglesia a San Pablo. Se servían
de las columnas del tempo de Júpiter que acababan de destruir; y, como no
tenían ni idea de bellas artes, copiaban sin darse cuenta el templo
pagano.»
«Los monjes y el
feudalismo, que son ahora el peor de los venenos, fueron cosas excelentes en su
tiempo: entonces no se hacía nada por vana teoría; se obedecía a las
necesidades.»
«Toda imaginación
conmovida por la música emprende el vuelo,»
«Me he visto
arrastrado por recuerdos deliciosos. Dan las dos: el Vesubio arde; se ve manar
la lava. Esa masa roja se recorta contra un bellísimo horizonte oscuro. Me
quedo tres cuartos de hora contemplando este espectáculo imponente y tan nuevo,
asomado a mi ventana en el séptimo piso.»
«No diré nada de
Pompeya: es o más sorprendente, lo más interesante, lo más entretenido que haya
visto; sólo a través de ella se conoce la antigüedad.»
«Los nuestros no
pueden alcanzar a entender que los antiguos no hicieron nunca nada para
adornar, y que para ellos lo bello no es más que el donaire de lo útil.
¿Cómo podrían nuestros artistas leer en su alma? Son sin duda hombres llenos
de honor y de talento; pero Mozart tenía alma, y ellos no la tienen. Nunca un
sueño profundo y apasionado les ha hecho cometer locuras; por eso tiene la
banda negra, que ennoblece.»
«Lo más curioso
que he visto en mi viaje es Pompeya; se siente uno transportado a la
antigüedad; y, a poco que se tenga la costumbre de creer sólo lo que está
demostrado, inmediatamente sabe uno de ella más que un erudito. Es un vivísimo
placer ver cara a cara esa antigüedad sobre la que se han leído tanto
volúmenes. He vuelo hoy a Pompeya por undécima vez. No es el lugar para hablar
de ello.»
«El vulgo les es
necesario a los grandes hombres, como los soldados al general.»
«Aquella alma tan
elevada no vio que la condición sine qua non para escribir algo pasable
de política es aislarse de los pequeños roces personales a los que haya uno
podido exponerse.»
«Según salía del
museo de pinturas antiguas (...), me he cruzado con tres oficiales de la marina
inglesa que entraban. Hay veintidós salas. Ha partido al galope para Nápoles;
pero antes de llegar (...) me han alcanzado los tres ingleses, que me han dicho
por la noche que esos cuadros eran admirables y una de las cosas más curiosas
del universo. Han pasado en ese museo entre tres y cuatro minutos.»
Roma, Nápoles y Florencia. Stendhal.
– Editorial Pre-textos
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